MATRIMONIO EN PECADO

 





 

Apunte nº 59

MATRIMONIO EN PECADO

Todos pueden invocar Tu misericordia,

Solo nosotros estamos sujetos únicamente en Tu justicia,

Porque nuestra vida estuvo junto a Tu vida,

Porque nos tocó ser promulgadores, interpretes y guardianes de Tu ley

(Coro de los sacerdotes, del libro “El juicio Universal”, de Giovanni Papini)

Esta historia ocurrió en el cuartel de la Guardia Civil de Calatañazor. La infeliz protagonista es una joven de veintisiete años, que vivía con un guardia civil, que enfermó gravemente y murió. Hay otro protagonista, el párroco Manuel Roa, que tuvo que actuar en una situación delicada, suponemos que, con piedad, pero obligado por las normas eclesiásticas.

En Calatañazor había un cuartel de Guardia Civil que perduró hasta bien entrado el siglo XX, coexistiendo con el de Valdealvillo. (1) El cuartel es la casa de la foto.

Antiguo cuartel junto al patio de la escuela


LA HISTORIA

Antonia Torres vino a vivir a Calatañazor a primeros de enero del año de 1876. Se empadronó conjuntamente con el Guardia Civil Tiburcio López. Ambos estaban casados civilmente según sus declaraciones. Antonia era de Estepona (Málaga), tenía 27 años, y Tiburcio era del pueblo soriano de Casarejos. Vivían en la calle de Las Cuatro Esquinas n.º 31. Murió a finales de este mismo mes de enero.

Era de dominio público en Calatañazor que Antonia era viuda, y lo era de Pedro Ruiz Silva, pero no estaba casada “como se debía” con Tiburcio .

Para entender esta situación es preciso aclarar que el matrimonio civil en España era una situación legalmente excepcional a partir del año de 1875, pero posible, con la condición de que la pareja declarase no profesar la religión católica, y para los viudos que hubieran pasado 301 días del fallecimiento de su cónyuge. (2) Pero por estos lugares solo se aceptaba pasar por la Iglesia como siempre se había hecho.

En el pueblo se empezó “a decir y hacerse público” que la pareja no estaba casada cristianamente, sino solo civilmente. Esto suponía un escándalo público inaceptable, una idea liberal, que mezclaba lo civil y lo religioso, y que la Iglesia ni soportaba ni controlaba. Control sobre las personas, que ya no era aquel de principio de siglo, pero que seguía parecidos métodos, como podían ser: control sobre lo que se enseñaba en la escuela, las amenazas con la excomunión por compraventa de bienes del clero, las penas del purgatorio, el permiso para trabajar los días festivos previo pago de cuota económica por el concejo, etc. Los fieles ya apenas hacían mandas testamentarias con bienes para la Iglesia, limitándose a poner en los testamentos “lo que estimen mis hijos,” que solía ser una misa, plegaria, añal y candela. (3)

El cura Manuel Roa y los vecinos les hicieron entender a Tiburcio y a Antonia la obligación de no cohabitar. Los guardias civiles también lo hicieron, pues no era conveniente para la seriedad y autoridad que se les suponía, ya que representaban el orden. Por otra parte los excusaban por la inmovilidad de Antonia debido a su enfermedad y porque realmente y legalmente estaban casados.

Ocurrió que se agravó la enfermedad de Antonia y viéndose en este trance, pidió los Santos Sacramentos. El cura le recordó que vivía en pecado permanente y que no había contrición, por lo tanto. Ella manifestó que estaba dispuesta a todo lo que se le mandase para morir cristianamente, pero en el estado en que se encontraba era imposible hacer la separación, pues ella no podía moverse sola, y suponemos que no tenía más familia que su pareja. El médico que la atendía, D. Urbano López manifestó que si se le movía “se podía con concluir con ella”. Lo mismo pensaban todas las personas que la vieron en su cama. El cura entendía que esta separación era imposible al “no salirse el cómplice” de la vivienda. El comandante del puesto fue presionado para que no vivieran juntos y que el picoleto fuese al cuartel. Este se excusaba diciendo que no lo podía hacer sin orden de sus jefes superiores.

Don Manuel, no sabemos cómo, consulto con el obispo, y lo hizo de forma urgente, para que le dijera como actuar. Y lo indicado fue que la enferma debía realizar un acta de reconocimiento, arrepentimiento, y promesa futura de no cohabitar. Esta acta se haría pública para “superar el escándalo” y después vendría la confesión.

Ella, no teniendo más remedio y viéndose en las últimas accedió a realizar un acta que se redactó previamente y que “con su beneplácito se leyó en el acto de administrarle el Sagrado viático, en presencia de parte del pueblo que asistía”

Decía así:

Acta de lo que ocurrió antes de administrar los Santos Sacramentos a Antonia Torres, dirigida a reparar el escándalo público de la unión anticristiana que ha tenido viviendo en concubinato con Tiburcio López.

En la Villa de Calatañazor a veintinueve días del mes de enero de mil ochocientos setenta y seis, Antonia Torres, domiciliada en esta Villa, casa cuartel de la Guardia Civil, natural de Estepona, provincia de Málaga , estando enferma con gran peligro de muerte, postrada en cama, y en la imposibilidad física de poderse mover, ni ser movida en la casa que se encuentra sin peligro eminente de exponerse a concluir con su poca salud, según consejo del medico que la asiste D. Urbano Lopez, y según parece a todos los que hoy la ven en la cama, llamó al Sr cura Parroco de esta Villa Dº Manuel de Roa y le dijo que quería confesarse y prepararse para morir como cristiana, se reconocia y confesaba públicamente que había vivido malamente contra lo que manda nuestra madre Iglesia respecto al sacramento del Matrimonio, que sin recibir este sacramento instituido por Nuestro Redentor Jesuscristo, hacía vida con Tiburcio López, que deseaba repara el escándalo que había dado, que si Dios le concedia salud, la primera obra que hará será apartarse de la casa en que habite el hombre con el hombre que ha vivido tan anticristianamente, y por ultimo dijo, que ya que no podía hacer ahora todas estas cosas, queria y deseaba se hiciere notoria y publica esta resolución y promesa por los que estaban presentes, que lo son ella no firma porque no sabe ni puede. Párroco Manuel Roa- Urbano López, médico titular - Gregorio Lapeña García- Alonso Melendez Blanco- José Gonzalez García”

Era costumbre tañer las campanas mientras se daba la extremaunción con el fin de que los fieles rezasen por el enfermo.

Antonia Torres murió a las ocho de la mañana del día siguiente, 30 de enero, y se enterró el día siguiente habiendo recibido todos los Santos Sacramentos y demás auxilios espirituales. Su enfermedad fue una pulmonía.

El marido,Tiburcio López, que no estuvo en la lectura del acta, pidió expresamente misa de entierro y sepultura cristiana.

EPÍLOGO

El cura, del que no dudamos de su compasión cristiana y el deber de asistir espiritualmente a los enfermos, tenía el dilema de dar la comunión y los oleos a una persona que vivía en pecado. El tema daba morbo y era motivo de cotilleo en solanas, más que escándalo Y como la enfermedad es bíblicamente consecuencia del pecado, y Antonia no dejaba de ser una intrusa en el pueblo donde habían establecidas ciertas costumbres.(4)

Por otra parte, Don Manuel Roa, el cura, tenía que cumplir con sus obligaciones, que estaban en las disposiciones sinodales del obispado

Detestable y nocivo siempre el pecado, lo es aún más cuando se sigue escándalo, porque esto puede ser causa de la condenación de muchas almas. Estén los Párrocos muy vigilantes, y si en sus feligresías, por concubinato o de cualquier otro modo hubiera algún escándalo, procuren con toda diligencia extirparlo, dando cuenta al Prelado si los medios por ellos empleados no dieren resultado.”

Sin duda que los guardias civiles y el médico presionaron al cura para que ayudara a morir cristianamente a Antonia. Entendemos que se buscó la mejor solución. Se le dio sepultura cristiana en el cementerio el 31 de enero de 1876. Por petición de los guardias civiles se celebró una misa de entierro.

El cura Don Manuel Roa puso en el asiento del libro de los difuntos:

Y para que conste (...), la presente con las circunstancias especiales y procedieron y acompañaron para que conste la reparación pública del escándalo como constaba la publicidad del pecado, y porque así lo manda el Ilustrísimo prelado en contestación a una consulta que le supliqué al efecto, todo lo que firmo fecha ut supra”. (La fecha es la misma del día del entierro: demasiado de rápido se hizo todo para aquella época)

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NOTAS AMPLIATORIAS

1) Desconocemos los nombres de los guardias civiles de este cuartel, que fueron muchos. Sabemos de algunos: Valentín Méndez Gonzalo (de Salvador de Morera , Lugo), que residía en Valdealvillo hacia 1868; Julián Manrique de Berlanga. Antonio Manrique, de Osma (1861). Juan Higinio Fernández , de Alcaracejos (Córdoba), comandante y cabo 1º (1863). Domingo Aroz(1866), de Agreda, su mujer Regula García”ocasiono su muerte una fiebre de resultados del laborioso parto”. Lino Serrano, de Zayas de Torres (1876). Pedro Mata Castillo (del Burgo) (1868). Idelfonso Morón y Salvador Gil, de Velilla (1870). José González brigada, de Villanueva de las Manzanas (León). Alonso Menéndez (1874), de Caladres (Oviedo). Felipe Rodríguez (1876) . Juan Miguel Ortega (1880) de Herreros. Pedro Miguel (1882) de San Leonardo; Ignacio Barrio (1882) de Quemada (Burgos); Pedro de Miguel Rupérez; Juan Guerra (1860) del Royo y Eusebio Miguel (de Muriel). El cuartel de Calatañazor coexistió con el Valdealvillo hasta la República. Algunos de estos guardias civiles participaron en la extinción del incendio de la Venta. (Conocemos el nombre de muchos más)
 
2) Durante el Sexenio Democrático, y basándose en la Constitución de 1868 donde se declaraba la libertad de culto, exactamente en 1870, se promulgó la “Ley de matrimonio Civil”, como único matrimonio. Con la Restauración Borbónica, a partir de 1875, la se consideró excepcional, siempre que los contrayentes no profesaran la fe católica. Todo coetaneo con la historia que contamos.
 
3) La escuela y el patio estaban junto al cuartel de la Guardia Civil. En Calatañazor hubo escuela desde antiguo. Ramón Vela, era sacristán y maestro de primeras letras en 1793, casado con Isabel Gómez, de Cantalucia. Maestros fueron: Andrés Verde (1820) Eugenio Verde (1853) que era de Abioncillo; ambos eran sacristanes.
 
4) El médico Urbano López, médico titular murió el 6 de febrero de 1877, era de Torralba del Burgo y estaba casado con Manuela Canal, de Madrid. Tenían un hijo llamando Manuel López Canal. Compró juntamente con Benito Sanz, de Madrid, el carrascal de Nódalo y otros bienes eclesiásticos.
 
5) Otro caso: Cayetano López, fallecido el 30 de agosto de 1879, de Calatañazor, casado con María Nafría, muere a los 23 años , se tuvo que consultar con el obispo “porque no había cumplido con el precepto pascual de este año y del anterior próximo pasado, por lo cual antes de dar sepultura eclesiástica, se puso el caso en conocimiento del señor provisor y vicario General del obispado, y se pasó a dar sepultura previo mandato del mismo señor y sin perjuicio de hacer información sobre su vida” “fue declarado digno de sepultura eclesiástica” por el oficio recibido el 24 de septiembre de 1879” (un mes después)

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Blacos, a 20 de junio de 2025

Serafín Pérez García

serafin.perez.2014@gmail.com


LAS ALMAS DEL PURGATORIO Y EL DEUDOR DE BLACOS

 






Apunte 58

LAS ÁNIMAS BENDITAS Y EL “EXEMPLUM” DE BLACOS

Si estás en el cielo, bien estás;

Si estas en el purgatorio, ya saldrás;

Si estas en el infierno, no hay solución

Kyrie Eleison, Kyrie Eleison, (señor ten piedad)

          [Retahíla frecuente de mi padre]

 

 

Este cuadro de la iglesia parroquial de Blacos estaba estratégicamente colocado entre la capilla de San Acacio y la subida al coro, de forma  que cuando se entraba a la iglesia era lo primero que se veía.  Esta colocación no era baladí, ya que servía para recordar a los fieles la existencia del purgatorio, lugar de purificación y de horror.

 Sobre los purgantes flota la imagen de la Virgen del Carmen, radiante, en una refrescante nube, con el niño en su regazo, mostrando un escapulario. Los penados  ruegan la intercesión de la Virgen para salir. El fondo del cuadro es oscuro, a pesar de las llamas, porque se creía que era un lugar sin luz, Este cuadro no figura en los inventarios de la iglesia y posiblemente  sea donación  de particulares. Es de estilo  colonial, y posiblemente el pintor lo hizo a partir de alguna estampa, allá por el siglo XVIII. Bajo el cuadro había un cepillo limosnero en el que ponía “ALMAS BENDITAS” (o “Almas del Purgatorio”, no recuerdo), fundamental para entender todo. (1)

EL PURGATORIO

Para los cristianos hay dos juicios. Uno al morir, donde el alma se separa del cuerpo y se le envía al infierno, al cielo o al purgatorio. Otro,  el final, en el que se resucitará alma y cuerpo.

La idea del purgatorio, está definida desde el Concilio de Lyón (siglo XIII), como un apartado del infierno,  y potenciada desde el Concilio de Trento (siglo XVI). Es durante la época barroca donde mayormente se hace exaltación de sentimientos, donde incluimos los miedos y la muerte; muerte que a todos llega y en la que de nada sirven las riquezas, si no se tiene “buena muerte”, es decir “morir en gracia de Dios”. Esta doctrina se ha continuado hasta bien acabado el siglo XX.

El purgatorio era un lugar geográfico indefinido, el cielo estaba arriba, en lo claro, y allí ascendían las almas puras, libres de pecado, el infierno estaba abajo, dentro de la tierra, de donde salía el fuego de los volcanes. Era un lugar purificador, donde caían las almas con pecados veniales, y era un paso previo, sin retorno, para llegar al cielo: por eso se les llamaba ánimas benditas.

No todos los cristianos creen en el purgatorio, los luteranos por ejemplo, no. Después del Concilio Vaticano II,  se le define  como un estado y un sufrimiento de fuego interior. Ya en el Concilio de Trento ya se decía que era un vacío de ausencia de Dios.

LAS ÁNIMAS BENDITAS DEL PURGATORIO

En las disposiciones del Concilio de Trento se instaba a los prelados, curas y religiosos a predicar la existencia del purgatorio y de las almas benditas en pena que allí existían, que tendrían alivio y saldrían antes  si los feligreses rezaban por ellas, les hacían misas y aportaban limosnas. También se podría salir con la intercesión de los que ya habitan con Dios. Se fomentaba ante todo  la creencia de que estas almas se salvarían  con la ayuda de los vivos.

Desde los pulpitos a los fieles se les infundía miedo y pavor así como en las confesiones. En primer lugar describiendo el lugar como algo horrendo. Era fácil acabar allí por muy cristiano que fueras, ya que ningún humano es perfecto y santo. Era preciso pensar que te podía suceder,  y por lo tanto debías dejar preparado manda testamentaria para misas y oraciones por tu alma, lo que incluía dejar censos sobre tierras para estos oficios o bien hacer donaciones a la iglesia por el sufragio de las almas. Era preciso que el cepillo que había debajo el cuadro de las ánimas tuviera utilidad.

Los condenados en el purgatorio se salvarán con la ayuda de los vivos, y a su vez los salvados intercederán por los nuevos difuntos. Se les creaba la culpabilidad de que los penados estaban esperando las misas y era de malos cristianos no hacer nada por ellos. Se les acusaba del olvido, de ser malos hijos, o malos padres,  permitiendo que sus familiares tuvieran aquellos suplicios. Se exhortaba a los albaceas a no descuidar sus obligaciones,  ya que las almas estaban dando gritos y  pedían que se cumplieran las mandas piadosas.

Nadie quería acabar en un lugar tan horroroso. De la veracidad de la existencia se decía de una monja a la que le revelaron los sufrimientos que allí se pasaban, que lo había visto santa Brígida, etc.  La iglesia concedía indulgencias para las almas del purgatorio, y lo hacía por años, que podían ser miles. San Vicente Ferrer decía que por cada pecado venían no confesado era un año.

Los visitadores del obispo, cuando venían a la  parroquia,  revisaban que todas las misas “pro remedio animae” se cumpliesen. Se llegó a hacer públicas en la puerta de la iglesia las mandas de los testamentos con este fin, y para que otros fieles dejaran testamentos.

LA MEDIACIÓN DE LA VIRGEN

La Virgen mediadora del purgatorio es la titulada del Carmen, patrona de los carmelitas, que eran los grandes difusores del purgatorio. Lleva a su hijo portando un escapulario.

La Virgen prometió al papa Juan XXII allá por el siglo XIII bajar al purgatorio el siguiente sábado a la muerte  a rescatar las almas del purgatorio si los difuntos habían muerto con el escapulario puesto, oraban y eran castos. En Blacos y en muchos lugares hasta hace poco tiempo se ha enterrado con el cíngulo, con el hábito carmelita y con el escapulario de la Virgen del Carmen

Los carmelitas disponían de muchas capellanías y hacían multitud de misas que les suponían inmensos ingresos. Eran estos frailes del Burgo  los que venían a predicar en las fiestas y cuyos sermones eran a voces, metiendo miedo con la condena del purgatorio.

EL CULTO A LAS ÁNIMAS BENDITAS EN BLACOS

La muerte estaba presente en la vida cotidiana. Había una media de doce defunciones al años, la mitad niños. La resignación y el dolor habitaban en todas las casas. Las mujeres desde jovencitas no abandonaban las ropas negras del luto. Algo impensable en nuestros días y que se hacía con naturalidad era como  poner nombre a una niña María de los Difuntos (1746), lo normal era llamarla María de los Santos, si nacían por esas fechas. El día de los difuntos, el dos de noviembre,  incluía también las ánimas del purgatorio. Las plegarias de los difuntos siempre acababan por las ánimas de todos los difuntos.  A lo largo del año se hacían misas por encargo. El culto estaba contenido en el de los muertos. Se estableció el día de las ánimas como día de los difuntos. Las tres cofradías antiguas todas hacían las vísperas por los difuntos.

Durante los siglos XVII y XVIII fueron los de mayor  mandas testamentarias con misas por uno mismo, `por sus familiares y por todos los fieles difuntos.  Francisco de las Cuevas , vicario que fue en Blacos  y La Torre ,entre los años de 1661 1689, manda 1.000 reales  a las religiosos  del Carmen del Burgo con la obligación de que vengan  dos confesores a confesar al año, uno a La Torre y otro a Blacos, el día de los difuntos, y si no hay religiosos deben buscarlo en otros conventos, y si no, misa cantada a las ánimas del purgatorio , en las Animas de Noviembre, con novena y procesión alrededor de la iglesia y recibiría 5 reales de ello el sacristán  en cada misa. Este cura también dejó una casa en su pueblo natal, Almazul, para las ánimas del purgatorio.

Pedro Blanco y García, cura que nació en Blacos en 1601,  y maestreescuela de la catedral de Osma que murió en 1668 mandó hacer por su alma nada menos que 25.000 misas, y tenía aniversario perpetuo por su padre Gonzalo y su madre María y por las ánimas en la catedral.

Juan Gonzalo, casado con Rosa Lafuente, hacia 1754, dejó misas para las ánimas del purgatorio (13 reales), misas a la Virgen del Carmen del Burgo (30 reales), donde se aprecia  influencia de los predicadores;  tenía donado un huerto a las ánimas del purgatorio en el pueblo. Lo mismo ocurre con Gabriel Pérez (1793): que no hizo testamento, pero su mujer dispuso una misa en cada altar de la iglesia de la parroquia y otra en la ermita de Valverde, otra a san Antonio, otra a la Virgen de Nª Sª Carmen, otra a San Saturio, otra por las penitencias mal cumplidas, dos misas a San Francisco de Berlanga. Y así pondríamos a muchas personas. Durante el siglo XIX decayó esta costumbre,  aunque se seguía haciendo, y hacia 1852 la tarifa por los oficios por las ánimas era de 12 reales. (2)

Hubo casos en los que la gente mandaba toda la herencia a la iglesia para la salvación de sus almas. Las leyes no lo permitían si había descendientes a los que proteger,  y  además había una legítima reservaba a los familiares.

EL “EXEMPLUM” DEL DEUDOR DE BLACOS

Existe el libro “Luz a los vivos y escarmiento en los muertos” editado en 1762 por Miguel Bautista Muza, que contiene un cuaderno del obispo Juan Mendoza Palafox (Venerable Palafox)  (1653- 1659)  de apariciones  de almas del purgatorio con sus comentarios. En él se narra la aparición a uno de Blacos de un ánima recién liberada. Esta narración es un “exemplum” con fines doctrinales, concretamente el de  recordar a los familiares y albaceas de los testamentos la obligación de  cumplir las mandas de limosnas y misas

 Ocurría frecuentemente  que los herederos se olvidaban de sus obligaciones con las mandas de difunto, muchas veces por no poder ya que la gente tenía lo justo para vivir, otras veces porque  les parecía impropio que sus familias lo dejasen para los curas y no a ellos que tanto lo necesitaban.

Al final comentaremos por qué se tomó como ejemplo a uno de Blacos y la teatralidad del relato, más propio de quinto milenio.

Hacia 1658 corría por el Burgo el rumor de que a uno de Blacos se le había aparecido un anima del purgatorio pidiéndole los sufragios que le debía. Ocurrió que dos amigos se prometieron que si uno moría el superviviente haría seis  misas por su alma. Al anochecer del día de la Asunción (15 de agosto, día que no se trabajaba), había un destacamento de soldados alojados en el pueblo. Un soldado le dio “un carabinazo”, mientras defendía que no se comieras  los caballos “los trigos que estaban en las eras”. Murió sin confesar, pero como era fiesta grande había confesado y comulgado por la mañana, pudiendo morir con algún pecado leve, por lo que fue condenado al purgatorio. Ocurrió en Torreblacos. Recién salida el alma del  purgatorio se le apareció al otro amigo,  concretamente el día de Santa Águeda (cinco de febrero), a las 11 de la noche mientras volvía a casa (con clara luz de luna). Este sintió que a su mano se la agarraba otra mano que “estaba caliente y no quemaba” y oyó una voz que le decía que le tenían que hablar. Horrorizado convino hablar en su casa una vez que su familia estuviera acostada. Allí le dijo que era una persona que conocía, que había muerto hacía nueve años, que era de Torreblacos, y que no había cumplido la promesa de hacer seis misas, cinco de pasión y una de resurrección.  El advertido le dijo que lo haría inmediatamente y le contestó que ya no era necesario por él,  que las hiciera por las almas del purgatorio.

 

 

Juan de Palafox y Mendoza estaba acostumbrado a estas historias. Siendo obispo de Puebla de los Ángeles (Méjico) en 1639, le contaron que a una mujer se le apareció un alma del purgatorio pidiendo sufragios por su alma y se lo confesó a un carmelita. Palafox, ya obispo de Osma entre los años de 1653 y 1659, hizo una visita pastoral a Torreblacos, Blacos y Rioseco en el año de 1657, concretamente el 7 y 8 de abril. Era muy meticuloso en lo administrativo y posiblemente oiría de los curas de los pueblos, entre ellos el de Blacos, que había gente que no cumplía los testamentos, no devolvían el trigo del arca de misericordia, no pagaba las rentas, etc.

Esta  historia está llena de efectos: la mano que todavía está caliente pero sin quemar por estar recién salido del purgatorio, la noche de luna luminosa, etc. En febrero, a las 11 de la noche está helando, y la gente una vez recogido y alimentado los animales solían cenar e irse a la cama para no gastar leña, ni velas, y pasar poco frio, a no ser que hubiera que amamantar o atender a los enfermos. Palafox piadosamente exculpa al incumplidor de no hacer misas por su pobreza y propio socorro.

Del crédito de esta aparición Palafox dice

“Lo primero es llano, que no se les debe, ni puede dar crédito infalible, porque solo esse se ha de dar a las verdades reveladas de la Fé” (3)

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NOTAS ACLARATORIAS

   (1) El infierno y el sufrimiento de las almas, se describía terroríficamente en el libro “Gritos del purgatorio y medios para acallarlos “de Joseph Boneta Laplana (1689), editado en 1715. Un ejemplo: “El ayre con pavorosos torbellinos, con furiosos rayos, con malignas pestilencias y contagios. El agua alborotándose en herizadas inundaciones y tormentas. La tierra abriéndose en bocas y embaynando en sus angostos senos a los míseros pacientes hasta que arrojen las entrañas y las recobren para volver a vomitarlas”

(2) Los confesores y predicadores  eran frailes Carmelitas Descalzos del Burgo y Franciscanos del convento de  Berlanga. También tenemos personas que hacían mandas para los difuntos del purgatorio, como Leona Origüén  (+ 16-12-1819) que deja misas al Carmen del Burgo; Juan Ballano Maior (+8-1-1767) 15 misas cantadas al Carmen del Burgo y 500 rv; Juan Gonzalo,  casado con Rosa Lafuente, manda misas a la Virgen Del Carmen del Burgo por 30 reales.

(3) Página 3 de la introducción. La narración de la aparición  está  en las páginas  21, 22. Los comentarios, hasta la 25.

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                                                  Pinto, a 5 de junio de 2025

Serafín.perez.2014@gmail.com 

Serafín Pérez García