LAS ESPADAÑAS DEBLACOS Y TORREBLACOS

 







Apunte nº  57

LAS ESPADAÑAS DE LAS IGLESIAS DE BLACOS Y TORREBLACOS

 

“Laudo Deum verum, pleben voco, congrego clerum, deunctos ploro, nimbum  fugo, festa decoro” (Corpus Iuris Canonici). 

[Alabo al Dios verdadero, llamo a las gentes, congrego al clero, lloro a los muertos, disperso las tormentas, dignifico las fiestas] 


Los mejores edificios de nuestros pueblos son las iglesias perceptibles por sus elevados campanarios. Las iglesias de nuestros pueblos  tienen a sus pies hastiales rematados por una espadaña o espadañuela y coronados  por una cruz.  La excepción es la  iglesia de Nª Sª de Castillo de Calatañazor que es torre cuadrada (1)  

Estos campanarios fueron construidos de nueva planta  y reconstruidos al agrandar los templos para atender las funciones religiosas y los enterramientos por el aumento de  población. Normalmente se alargaban  a los pies, trasladando el hastial con su espadaña.  También se  derruían los ábsides para ampliar  la  capilla mayor y así cupiesen  los grandes retablos posconciliares. Y  para que se vieran en todo su esplendor, fue preciso  hacer grandes ventanas para iluminarlos. Las portadas  se mantuvieron en su lugar manteniendo todo su significado. “Yo soy la puerta, si alguno entra por mí será salvo, y entrará y saldrá. (San Juan 10, 7-8).

Ocurría que con el tiempo los templos colapsaban y había que emprender costosas obras. Una de las  partes más afectadas eran las espadañas y sus campanarios como consecuencia del volteo de las campanas  que producía importantes empujes (por eso  volteaban en señaladas ocasiones), los rayos  que eran  atraídos por los metales de las campanas y las cruces   y resquebrajaban  el paramento, la garita, y a veces partes del interior, como ya veremos. También las lluvias que producían escorrentías y los hielos.

Tanto la iglesia de Torreblacos como la de Blacos son  románicas de repoblación (finales del XII). Se solían hacer  fuera de las poblaciones. Ejemplo son la de La Mercadera, Rioseco.  La de Blacos, en un principio estaba en una orilla, y al crecer la población permaneció  en el mismo lugar por ser prominente. (2)

La tradición oral decía que en Torreblacos  hubo un convento.  No parece  evidente. La creencia confusa  pudiera  ser porque en la edad media  a las iglesias, oratorios, etc. se les llamaba “monasterium”; por otra parte,   en Blacos, Torreblacos y Valdealvillo había fincas de las Monjas Clarisas de Tordesillas, que no era de ningún convento de Torreblacos;  y también muchos pudieron leer los capítulos de las cofradías donde figuraba un abad de convento apadrinando  su fundación.

La espadaña de la iglesia parroquial de San Pablo Apóstol de Torreblacos.

La espadaña que se aprecia en la foto, se construyó en 1791 “por amenazar ruina”. Debía estar muy dañada tanto por rayos (centellas), por los empujes del volteo de las campanas y  las escorrentías. Desconocemos como era la anterior, posiblemente similar a las de la zona que   estaban rematadas a piñón. El hastial  es de  mampostería de regular calidad  y son de sillería las esquinas  y  las troneras de las campanas.

Conocemos por el Libro de Difuntos de la Parroquia de Blacos, que en  el 15 de julio de 1789, a las seis de la tarde, dos años antes del arreglo, Pedro Manuel Ortega, falleció a causa de “una exalación”, es decir un rayo, mientras tocaba las campanas desde el coro. Tuvo que ser brutal. Entendemos que el desdichado no murió instantáneamente y se le  trasladó a Blacos, donde   murió y se le enterró. Cuando esto escurría dañaba la espadaña, el campanario y partes del interior.

 

Para el arreglo se remató  una postura  de 9.000 reales por parte de Joaquín de Garachurrieta, vecino del Burgo. La escritura se hizo ante el escribano Francisco Gómez Peral, en Calatañazor. El acuerdo contemplaba pagarlo en tres partes: la primera antes de empezar la obra para traer los materiales, la segunda a la mitad de la ejecución y la tercera, una vez concluida y dada por buena. (3)

La obra se hizo “de nueva planta” y entendiéndose  que se ejecutó la cornisa del hastial y la espadaña.  Costó en realidad menos, pues se pagó   finalmente 7.450 reales  al constructor Pedro de Olivares. (4)

La composición de la espadaña: (5)

La espadaña  está montada sobre la cornisa del hastial.  Es de un piso y está  rematada por un frontis de moldura de nacela   (como en la cornisa)  y  trucado en el sumo,  por donde sobresale  un podio curvo rematado en una peana, que a su vez  soporta una cruz  pétrea potenzada. Dos volutas descendientes apoyadas en  poyetes  franquean la espadaña; le acompañan en ambos extremos dos   pináculos piramidales  que  descansan  sobre  la cornisa del hastial.   Una moldura bocelada sobre listel divide el espacio entre el frontón y los arcos de las troneras creando un friso liso que le da elegancia. Las troneras tienen una imposta que en el centro se unen. La imposta del hastial y la base de frontis, de igual perfil, dan cierta uniformidad y aplomo.

En el medio del hastial  se ubica un  óculo  con moldura de escocia, rematada interiormente con otra tórica.

Es  en definitiva es una espadaña sólida y elegante, de impronta neoclásica, icono del templo, que evoca como la materia  del tímpano se eleva y  se convierte  en espiritualidad (la cruz).

 

La espadaña de Nuestra Señora la Mayor de Blacos

El hastial occidental  guarda una sorpresa mayúscula: tiene inclusa los restos de otro hastial de menores dimensiones. Entendemos que perteneció  a un oratorio más pequeño que precedió a la iglesia románica y cuyos derribos se aprovecharon. De la iglesia románica quedan restos en la portada y el paramento que la envuelve, realizada en sillarejo, dos ventanas saeteras, y un friso con dos caballeros con lanza. (6)

Suponemos que la espadaña estaba rematada a piñón, o  piñón trucado. El estado actual es el resultado de muchos traumatismos, causados por las correnteras  de  las lluvias, los hielos, los empujes del volteo de las campanas y sus vibraciones, y  de los rayos atraídos por el metal (se decía que las campanas las cargaba el diablo).

 En 1789 una centella (rayo)  horrible destruyó la espadaña y parte del interior del templo. Se tuvo que reconstruir  el coro con machones, vigas y tablas y rehacer el “valuastre”. Este rayo destrozó la cruz, que hubo que componer. Así mismo  se puso nueva puerta y cerradura en el campanario. También destruyó el óculo de la espadaña.  Se quebró una campana grande que hubo que fundir para hacer otra más grande añadiendo metal. Todos estos arreglos tardaron en hacerse diez años, hasta 1799 y costó una fortuna. (7)

No fue el último rayo,  ya que en 1808 otro rayo  dañó  la espadaña, y hubo que revocar el granero y su tejado. Se gastaron al menos 180 reales.  Otra similar en 1829 hizo más daño y costó 221 reales.  (8)

Composición de la espadaña:

La espadaña del campanario  se asienta sobre una reducción escalonada del hastial. La parte inferior, donde están los  vanos  de las campanas,  es cuadrangular, construido  en aparejo de sillería  bien asentada, para aguantar los empujes de las campanas.  Se puede observar bajo las albardillas que conforman la cornisa del hastial   dos mechinales que sirvieron  para sujetar el andamiaje y no se cegaron. 

El remate es un frontón mixtilíneo, curvo en los laterales, con molduras perfiladas. Sobre este sobresale una cruz de buena forja, asentada sobre un podio cubico.

 En los extremos del tímpano  se sitúan dos pináculos con bolas sobre cubo.  El hastial occidental es de difícil visualización por estar en calle estrecha. Solo en la lejanía se aprecia la espadaña que da sensación de  pesadez.  Desconocemos la fecha de su construcción porque  en los libros de fábrica no hay  asiento  (“data”) porque pudo ser costeada por el concejo.

En medio del hastial tiene un óculo con cerradura y vidriera que se realizó aprovechando el andamiaje para arreglar la espadaña en 1789.

 

Particularidades de las dos  parroquias:


Las  parroquias de ambos pueblos, distante a dos kilómetros, compartieron párroco durante siglos. Se decía “cura de Blacos y de su anejo La Torre”. Era necesario tener un cura para dos parroquias  porque el beneficio curato apenas daba para vivir con una. Vivían indistintamente en un pueblo o en otro según la disponibilidad de la vivienda y de la situación de los familiares que a veces traían con ellos.  Cierto es que hubo épocas que cada pueblo tuvo el suyo durante el siglo XIX. Compartieron capellanías y memorias como las de Francisco de las Cuevas (1661-1689), Pedro Blanco García (1601-1668), etc.

La iglesia de La Torre, está extramuros, como la de la Mercadera y Rioseco. Normalmente se hacían así durante las repoblaciones del siglo XII. La de Blacos está centrada (aunque estuvo a las afueras) y  colocada sobre una prominencia  rocosa. La ermita de Torreblacos está  dentro de la población (antes hubo otra entre ambos ríos)  y la de Blacos,  apartada, que ya estaba construida en el siglo XVI.  Por consiguiente  los de Blacos procesionan al campo y los de Torreblacos  lo hacen al propio pueblo. Las procesiones alrededor de la Iglesia y por las calles  lo tenían más fácil en Blacos. Los enterramientos en San Pablo están donde siempre estuvieron, anexos al cementerio de la iglesia,  y cuando se dejó de enterrar en el interior (1833) solo tuvieron que realizar un cercado.  En Blacos fue complicado porque hubo que sacarlo del pueblo para disgusto de sus vecinos.  

Ambas parroquias comparten patrón, San Acacio, que se celebra el 22 de junio. Y ambos tienen reliquias del santo, en sus respectivos relicarios de plata (que por cierto antes  estuvieran en brazo de madera, a imitación de otros de metal que había en la catedral del Burgo). 

Las dos iglesias han sido recrecidas. Tanto por la cabecera como a los pies.  En la cabecera para hacer la capilla mayor abovedada y a los pies, trasladando todo el hastial para tener mayor capacidad para los vivos y los muertos, al crecer la población. Las dos tienen sus particularidades constructivas. Es de destacar como la de Torreblacos, por la escasez de piedra, se recurre en algunos paramentos  al tapial de cal, arena y canto.

Por dentro los altares son similares, quizás más antiguos los de Blacos, y de similar calidad. El precioso artesonado de la de Torreblacos es único. La cubierta de la de Blacos es de pares y tirantes (reparados a mitad del siglo XIX) y la capilla mayor es  bóveda de yeso.

A las espadañas se añadieron  una garita para conformar el campanario. La garita de San Pablo, tiene una sola ventana a oriente, y palomeras los laterales. La de Blacos está abierta  a oriente con enrejado de madera para que el sonido de las campanas se distribuya  a los cuatro vientos. Esta también tiene mampostería palomera en los laterales. 

Las campanas de estas  espadañas  son hibrido de campana romana y carillón.  Las  de Torreblacos, la de la izquierda, es la más grande de las dos parroquias, llamada “San Pablo” que pesa 35 arrobas, fundida por el burgalés Paulino Ballesteros en 1886. La de la derecha  llamada “Inmaculada Concepción”  fundida por el palentino  Moisés Diez, en 1928,  pesa tan solo 12 arrobas. Por tener menor tamaño el vano se recreció en su base. Las de Blacos más mediadas, son aproximadamente de 22 arrobas. En la de la izquierda figura la epigrafía  “Jesus” (1912) y en la de la derecha “Santa Bárbara” (1797) actualmente quebrada, evocación  a la santa protectora de las tormentas (en una altar colateral  también hay imagen de bulto de la santa). (9)

Los toques de las campanas y sus sonidos tenían finalidad. Los toques agudos de las campanas pequeñas llegaban más lejos, por eso se tocaban para llamar a los perdidos. Los pausados y graves eran para “doblar a muerto” (clamores o de difuntos), y con diferente número de toques según fuera el finado hombre o mujer, y  para el traslado al cementerio. Estos toques lentos clamorosos  también se  hacían la noche del día de los difuntos.  Los mozos subían al campanario y pasaban la noche con un brasero, y a veces hacían lumbre para calentarse, cosa peligrosa, que acabó prohibiendo  el obispado, no solo por el peligro de incendio  sino por el jolgorio  que se formaba y que incluía merienda (a los curas les ponía de los nervios). 

Había toques a los que llamaremos gloriosos, consistentes en repicar y voltear las campanas: se hacían en las dos Pascuas, el Corpus y el día de la Ascensión, en las procesiones,  las vísperas de los patronos del pueblo (que también se hacía la víspera) y en algunas bodas de empaque. Los curas no querían que se volteasen para que no se colapsara las espadañas,  acortaban los tiempos  y los días siempre que se pudiera y recomendando el “bandeo” si el campanario estaba en mal estado. Pero lo normal era el repique combinando los toques agudos con los graves el medio volteo.

El concejo las utilizaba para convocar a los vecinos a concejo, a hacenderas, a rebato o fuego, a perdidos, para asustar las tormentas, etc. porque para eso  pagaban su parte  tanto en reparar las espadañas como en  fundir las campanas.

Zapata y somero del poste que soporta la viga del coro en Torreblacos.

 

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NOTAS AMPLIATORIAS

1)  La iglesia de Calatañazor tenía ingresos suficientes para tener ese campanario, que además sirvió de  torre de vigilancia. Esta parroquia inglesa 1/18 de los diezmos de  las dieciocho aldeas del señorío. Aparte,  también los difuntos del Señorío hacían mandas  para la Virgen del Castillo, bien en dinero como en tierras, y cuyas rentas ingresaba la fábrica.

 

2) Torreblacos y Blacos son la antítesis en la ubicación de los templos. La ermita de Blacos, que es al menos del siglo XVI, está distante  de la población. La de  Torreblacos está intramuros, después del derrumbe del oratorio que estaba entre los ríos Milanos y Abión.

 

3) Protocolo Notarial Ayuntamiento del Burgo de Osma del año 1791. AHPSO, caja 3111; ff. 140 rv, 141 r.

 

4) En el caso que no lo pudiera hacer, lo harían los alarifes Miguel de Ortega y Alonso Nevado. Se hacen escrituras 25 junio de 1791.

 

5) De estas mismas fechas y similares facciones son  la iglesia de parroquial  Rioseco (Riosequillo se le llamaba), de doble piso de troneras para campanas, y  la de Muriel de la fuente de un piso.

 

6) Quizás representen a los patronos de su construcción, aunque algunos  afirmen que son los Reyes Magos. Estas figuras también se encontraban en la  iglesia de San Miguel de Parapescuez, en La Aldehuela de Calatañazor, expoliada, y cuya portada se encuentra en un pueblo de Vizcaya.

 

7) Para repararlo  se gastaron 72 reales en cal, 192 en tabla, vigas para reedificación del coro, 31 r clavos, 16 r compostura  de la cruz que derribó la centella. Las puertas y cerradura del campanario costaron 43 reales. Los jornales ascendieron a 1.449 reales , los jornales de los pollinos por traer la piedra, arena y agua supusieron 89 reales. La balaustrada del coro  59 reales. Por la  “corta y conducción de madera para hacer los andamios quando se hizo el ovalo” 137 r. clavarlo 30 r. reja  108 r, cal, mortero 69 r, jornales y vidrieras 176 r. jornales de los Vizcampos por hacer el ovalo y otros repasos 580 reales. Yeso y conducción 30 r. La fundición de la campana grande 769 r en total. 362 al campanero, 407 r el metal que se añadió de 90 libras “Esto es la mitad, porque el concejo pagó la otra mitad”: o sea,  que la campana costó 1.538 r. Los hierros  de la campana la iglesia costaron  230 r a la iglesia y otro tanto el concejo. Total 460 reales.

 

8) En 1775 coste de componer  la garita del campanario, por poner los ladrillos y arreglos, 743 reales.

 

9) La campana de la izquierda, es la única que está regular.  Esta campaña tiene su historia. En 1815 se  hizo nueva,  costando 4.000 reales. Dos mil de la fábrica de la iglesia, otros dos mil pago el concejo. El viaje de conducirla desde Soria costó  150 reales. Además  100 reales por los trabajos de subirla y colocarla. En 1850 hubo que fundirla  nuevamente y costó 441 reales ya la iglesia y otro tanto el concejo.

 

 

Espadaña cortada por el exuberante campo de esta primavera de 2025

 

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         Blacos,7 de mayo de 2025

       Serafín Pérez García

       Serafin.perez.2014@gamail.com  

 

   





















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