LOS DIEZMOS

 








Apunte nº 54

LOS DIEZMOS

(“DECIMIS Y PRIMITIJS”)

El diezmo era un tributo eclesiástico, como  ya comentamos en el apunte anterior,  que pagaban todos los vecinos por los frutos que cogían, de los animales que criaban, de los salarios, de las rentas de casas, etc. Se pagaba de cada diez uno. Por ello se llama tributo decimal o diezmal. Los diezmos se exigían año a año, tanto si este había sido bueno, como si había sido malo, y no se podían aplazar, como se hacía con los impuestos laicos.

Se llamaba diezmos mayores o granados a los  provenientes del trigo,  la cebada y la avena, corderos, vellones de lana, novillos, etc. Hubo  años que se pagaron de diezmos, y así está registrado en los libros, por cáñamo, yeros, lentejas, berzas y hierba. Sobre el diezmo de muletos, pollinos, becerros  se solía diezmar pagando  monetariamente una cantidad. (1)

Diezmos  menores o menudos (menudencias)  eran aquellos  que percibían, a veces,  el cura del pueblo, otras el cabildo,  como podía ser la miel, el queso, los pollos, lechones, legumbres, frutas,  hortalizas, etc.  Las primicias, que era el primero de cada fruto, lo cobraba el cura para su beneficio, compartiendo algunos frutos con el sacristán. Las primicias se consideraban un regalo, no obligatorio, de los primeros frutos o ganados al cura. Estos “regalos” dependían mucho de la apetencia del cura, de las costumbres de la época, de la buena o mala cosecha y de la generosidad de la gente. 

Todos tenían obligación de diezmar, a excepción  de las instituciones eclesiásticas, que en Blacos, eran bastantes, como eran las monjas clarisas de Tordesillas y otras personas del clero, con terrenos en el término siempre que los cultivasen ellos.  (2)  Los que sí debían diezmar eran los  arrendadores de esas tierras, casas y censos. También el cura diezmaba si tenía tierras privativas, animales y criado.

El registro y la contabilidad

En el Archivo Diocesano se conserva un libro de Tazmías de la parroquia de Blacos desde  1672 a 1839.  Las tazmías eran las anotaciones realizadas por  las personas que intervenían en la administración del diezmo. Cada año se anotaba en el libro los cargos, que era lo que se recolectaba, los descargos, que eran los gastos de gestión por hacer  los repartos. Este libro  está muy bien caligrafiado y ordenado, como no ocurre con los otros libros de la parroquia. Era preciso que las cuentas estuvieran bien hechas, anotando todo, y se hiciera los repartos justos. Las cuentas tenían doble validación,  en primer lugar la del arcipreste, y posteriormente  la del obispo a  través de sus racioneros. Es un libro valioso como indicamos más adelante.

  El tercero

El concejo proponía  cada año,  para uno o para varios años  a una persona  que se encargara de recoger y distribuir los diezmos al que llamaban tercero.  Solía ser  el arcipreste de Calatañazor quien lo nombraba. Ocurría que esta función se delegaba  en los párrocos de las  aldeas, por turno.   

El tercero, también llamado recolector de bienes decimales en el Catastro,  debía cumplir unas condiciones, siempre que fuese posible: debía llevar viviendo en el pueblo tres años, podía ser el alcalde, ni el juez,  ni padres ni hermanos del cura,  ni cuñados,  ni primos, ni parientes  de la mujer de los anteriores, ni criados del arcipreste. El nombramiento se hacía por San Juan de junio hasta el mes de mayo del año siguiente.

Los terceros, según las Constituciones Sinodales del obispado, debían ser “omes suficientes y abonados” “persona honrada y abonada”  pues debían saber leer, escribir, conocer las operaciones básicas para hacer las cuentas.

Conocemos el nombre de todos los terceros, y se puede constatar que  no todos eran del pueblo, a veces eran de pueblos cercanos. Fueron terceros en  1793 Rafael de Lázaro;  en el año de 1805. Tras acabar  la peste, hizo de tercero un cura capellán de número de la catedral, llamado Nicolás Pascual; y los últimos años, en 1835, José Pérez, y en el trienio 1836-1839, Lorenzo Escribano, que fue el último

Las tareas del tercero

El tercero tenía obligación de  hacer el padrón con el cura (el padrón era un listado de personas con obligación de diezmar o no),  de recoger los diezmos, registrarlos y repartirlos. El padrón se leía en el ofertorio de la misa mayor y se exponía en la puerta de la iglesia. Si alguien no diezmaba en el padrón  se ponía  “no diezma porque no tiene de qué.” También se incluía a los forasteros que tenían terrenos o ganados en el pueblo. Todas estas personas se decían que diezmaban a la cilla (granero o depósitos de la parroquia).

La recogida de los diezmos, si eran granados (cereales), se hacían  a “pie de era”. Acabado el “abeldeo”, acudía el  tercero, y a veces el cura, y se cogía la décima parte del cereal, limpio, seco y no mezclado. Se podía medir sin que estuviera  el tercero, o el cura, en presencia  de otras personas, bajo juramento. Recogido el grano, se llenaba al granero de la iglesia y allí se guardaba hasta finales de agosto, cuando se hacían los montones del reparto. Desconocemos como diezmaban los que tenían terrenos en el término pero trillaban en otro. El diezmo de corderos se recogía en el mes de junio, haciéndolos pasar por un portillo, si el ganado era numeroso.  Los corderos se guardaban en un corral de la parroquia. Para diezmar corderos había que llegar a diez animales, y si no,  se pagaban “minuncias” según la costumbre del lugar y  que variaron a lo largo de los años. Los corderos debían estar destetados.  Se cobraban por San Pedro y San Pablo. Las lanas (vellones),  tras el esquileo de junio, se pesaban  y se tomaba el diezmo. 

Miedo a no diezmar

La iglesia, que era poder hegemónico en las aldeas, consideraban a los diezmos “ley divina”. Desde la Edad Media se  inculcaba a los aldeanos la creencia  de que debían diezmar sobre los bienes  que “Dios les daba”, y si no diezmaban tendrían  castigos  de daños y males, como  podían ser pedriscos, nublados, sequías, plagas, etc. En las leyes o cánones de  la Iglesia, como ocurre en  las disposiciones sinodales de 1584 del obispado, se  amenazaba  a los que no diezmaban aquello que les correspondía con la excomunión mayor, es decir, la expulsión de la Iglesia, y sin salvación fuera de ésta les esperaba los horrores del infierno.

Así el  26 de julio de 1794, fecha previa a la recolección de granos,  el presbítero (cura) de Calatañazor, León Juan Hidalgo, leyó en el ofertorio de la misa mayor, celebrada en la iglesia  parroquial de Blacos,  un auto para que todos los vecinos lo escuchasen,

                “Para evitar cargo de conciencia de diezmeros y perjuicios a los interesados”

El auto decía que el grano se debía medir en la era, estando presente el tercero, y con la media (cajón de media fanega)  de la cilla (la que se guardaba en el granero de la iglesia), y solo se permitía utilizar otra media  si estaba aprobada por el cura, siempre que hubiese  amenaza de lluvia. No se permitía cambiar trigo por centeno, ni mezclarlo, ni dar  trigo mojado. No cumplir estas instrucciones  tenía la pena de 20 ducados a los diezmeros y al tercero. Y se leyó esto:

“Pero si todas estas penas y principalmente los terribles castigos qué la divina justicia ha hecho en todos los tiempos contra  defraudadores y malos pagadores de diezmos y primicias cómo al contrario los grandes beneficios espirituales y terrenales con que Dios ha colmado a los que fielmente paga los diezmos y primicias de aquellos frutos que el señor les ha dado (…)”

Diezmar era una costumbre interiorizada. Ocurría que la necesidad vital  les obligaba a la picaresca y al ingenio  para entregar  de sus cosechas un poco menos. Esto era una tarea  difícil ya que en una pueblo tan pequeña  todo lo que se recolectaba o criaba estaba controlado por el cura, el tercero y de los propios vecinos. 

Había trucos para pagar menos diezmos,  como era  tener hijos que vivían con sus  padres  con tierras propias y cogían muy poco.  Si se cambiaban de parroquia, y esta era lejana, no pagar los corderos o las lanas, o dar los peores corderos, o arrobas de lana de menor calidad, etc.

En definitiva, diezmar era una obligación que se convirtió en costumbre a lo largo de los siglos.  La cilla que era el lugar de la parroquia que recogía el diezmo, tenía costumbres antiguas que respetaba el obispado, como podía ser que ciertas personas no diezmasen si eran pobres, o si no llegaban a cierta cantidad de producto, lo que cobraban los terceros por su trabajo, si se podía pagar en especie o dinero, cómo pagaban los forasteros con tierras en el municipio, los transeúntes, los pastores con ganados en varios pueblos, los vecinos que se trasladaban a mitad de año a otros, etc.

El reparto de los diezmos

Cada parroquia tenía ciertas costumbres inmemoriales, que se solían respetar, y que cambiaban con el tiempo. Por ejemplo, los cerrados hubo épocas que no pagaban diezmos, por su herbaje o por  la siembra de  cereal para forraje.

Recogidos los frutos decimales,  los terceros presentaban en el concejo la recaudación, y juraban ante el escribano o sacristán que era real el provecho de la tercia.

En Blacos se repartía fruto por fruto, y solía hacerse en la misma proporción tanto para  granos, lanas, corderos, y otras minucias.  Cada género tenía su repartimiento. El sistema era complejo, y acordado entre los terceros, los curas, y el arcipreste que lo supervisaba. 

De la suma decimal (de lo recogido) se abonaban unos gastos de “gestión”  a los que llamaban “saca”, como podían ser, hacer el padrón, pago al tercero o recolector, pagar caballerías por trasportar el grano, al cura por supervisar, etc.  Descontado esto, se repartía por tercios o fracción de tercio. Era antigua costumbre en el Arciprestazgo de Calatañazor, que los terceros se llevaran “por su derecho”  una lana, un cordero y un queso y de panes recibiera  uno de cada quince.


 En los siglos XVIII y XIX se siguieron estos dos modelos de reparto decimal de granos en la cilla de Blacos. (Se indica en el primer paréntesis el porcentaje centesimal del diezmo. En el segundo paréntesis se indica el porcentaje centesimal que supone de la producción de granos en el pueblo

El cabildo, es decir el obispo y los curas de la catedral del Burgo, se aseguraba siempre un tercio fijo  de lo recolectado. El estado noble y la Hacienda de la Corona tomaban otro tercio.  Entre ambos se llevan el 7%  de la producción agrícola de los aldeanos. Casi nada. El resto se repartía para los beneficios curatos de Blacos y Calatañazor y el Colegio Universidad  del Burgo. La iglesia del pueblo, para su fábrica apenas toma  1/18,  muy poco,  y por lo tanto para sus gastos debía contar con otros ingresos  como podían ser las rentas de sus tierras y sobre todo el aporte del concejo. (4)

La partición  de lanas  y corderos debían estar hechas  antes del 15 de julio. Los panes  (cereales) y otras cosas, tenían el límite de San Martín de noviembre.

De las sacas por hacer de supervisor y por costumbre,  el  arcipreste de Calatañazor se llevaba dos medias de trigo  y una de centeno; y de las “menuncias”  se llevaba un queso y una lana. Los aldeanos el único provecho que sacaban eran lo que se llevaba el tercero por las tareas ya comentadas y el jornal de los portes de los granos con las mulas. 

La venta de los diezmos

Repartidos los diezmos por el tercero, cada parte se encargaba de convertir las especies en dinero. El Cabildo solían hacer una puja pública a la que denominaban “Postura”. Los que más ofrecían hacían  una obligación “llamada de corderos”  ante  el escribano del Burgo, donde se comprometían a comprar los frutos, a un precio fijo, en unas fechas concretas. Los pujadores adquirían “un partido de pueblos” (un número de pueblos). Blacos entraba a veces  en el partido  de Rioseco y otras veces en  el de Calatañazor. (5)  

Lo correspondiente a la iglesia de Blacos, iba de cargo al mayordomo, que lo vendía  al mayor precio que pudiera, que generalmente se quedaba en el pueblo, vendido a los ganaderos o  para el abasto de carne de la abacería  (tienda y carnicería). Se solía hacer de forma pública en la puerta de la Iglesia, cuando más gente podía acudir. El trigo se solía guardar, según las orientaciones del visitador “para que se venda cuando tenga más precio”

La parte  correspondiente al beneficio  curato, se llevaba a la casa rectoral, bien para molienda o bien para su venta. Suponemos que la Universidad se llevaría las especies al Colegio, pues sabemos que tenía cocina para sus estudiantes, aunque no hemos encontrado apunte de la tarea del transporte.

Pagar o no pagar por las cerradas

Hacia 1790 había discusión por si había que pagar por las cerradas ya que había derecho inmemorial a no pagar.  El alcalde era ese año  Gerónimo Origüén, conjuntamente con el vecino de mayor edad  Manuel  Martin, de 78 años. Para las indagaciones se hizo copia de unos apeos que había del arciprestazgo en la Villa de Calatañazor, en el la archivo parroquial del año 1697. Había en total cuarenta cerradas, algunas de ellas eran las que había en la Huerta de la Juana, otra en el Molino, arrendada a Miguel de Martín (que era el molinero), otra arrendada a Anastasio Ballano, que era el batanero (estas posesiones eran del mayorazgo de Cogollos, como también lo eran la cerrada del Palomar, que lindaba al solano con la cerrada del Hospital, de cabida 6 medias de sembradura. Finalmente, se tuvo que pagar.

(AHPSO. Signatura 3210. f 61 r, v . año 1818)

El fin del diezmo

Los diezmos  y los antiguos tributos acaban en España en 1844 con la ley Mon- Santillan. A partir de esta fecha para mantener el culto y las iglesias se cargaron  arbitrios municipales sobre bienes inmuebles, cultivos, ganaderos, consumos, subsidios del comercio, de la industria, etc.

En Blacos el último año que se diezmó fue el de 1839, siendo tercero y recolector Lorenzo Escribano. Así figura en el Libro de Tazmías:

“Diligencia: En el lugar de Blacos a 6 días del mes de abril de mil ochocientos y cuarenta, se concluyó el diezmo de granos y queda este libro hasta la nueva orden. Fcha ut supra”

(Lo firman el alcalde,  Marcelino García; el síndico personero, Manuel Verde; los mayores diezmeros, Manuel Verde, Tomás Escribano y Manuel Gañan)

EL REPARTO DE 1748 (UN EJEMPLO)

M = medias; z = celemines; r =  reales; mv = maravedíes

El tercero de este año es  juan Ballano Mayor,  que además es el mayor diezmero de granos, con 34 medias (aproximadamente  600 kg)  Lo que indica que cogió  unos 6.000 kg de cereal.

Corderos: se diezman 88. 

Saca: 1 para el Arcipreste, 1 para el tercero, otro para el cura por hacer el padrón. Quedan 85. El tercio toca a 28.

Reparto: Al duque 25, a la Iglesia de Calatañazor 3, a la vicaría de Blacos 19, a los curas de Calatañazor 9. El otro tercio, 28, para el Obispo.

Lanas: 132 ½ arrobas.

Saca: 1 para el arcipreste, 5 ½  para el tercero, otra para el cura. El tercio toca a 43 ½ .

Reparto: al duque 29, A la vicaría 58.

Minucias: 41: al arcipreste para su soldada 2. El tercio toca a 13.

Reparto: al duque  8 y  a la vicaría, 5. El resto al obispo.

Soldadas: el pastor de ganado de vaquería  paga 100 mv y 3 m de trigo. El  pastor de cerda paga 30  mv y 1 m  de trigo. El guarda de propios paga   38 mv,  1 m 1 z de trigo. (Esto queda para la vicaría)

Trigo: 639 medias.

Saca: Al arcipreste, 1 m 3 z; al vicario para hacer el padrón 1m, al tercero por su soldada 42 m 4 z; (al tercio toca 197 m 4 z)

Reparto: al duque 131 m 4 z  (2/5), a la Iglesia  43 m 5z (2/5), Iglesia de Calatañazor  21 m 5 z , Curato de  Calatañazor  66m 5z, Curato  de Blacos, 86 m 5z. Al colegio Universidad del Burgo 43 m 5z.

Cebada: 106 m:

Saca: al arcipreste por su propiedad 4z ½, al tercero,  1 m 3 z; para la caballería   7m 1z, al  duque 21m 1z (….) (no se lee)

Minucias por los colmenares: Manuel Gil: 1 r  17 mv; Julián Ballano: 1 r 17 mv; Mateo Valverde: 1 r 17 mv; Manuel de Martín: 1 r 17 mv; Julián Pérez: 1r 17mv; Manuel Pérez Maza: 1 r 17 mv, Pedro Pérez: 1 r 17 mv, Julián Ballano: 8 mv; Bernarda Ballano: por una colmena 4 v, Gerónimo Origüén, 1 colmena, 4 mv; Manuel de Sancho: por 3 colmenas: 12 mvMiguel de Soria: por  3 colmenas: 1 r 2mv.  12 becerros  pagan cada uno 2 r 28 mv. 1 pollino 4mv. Pastor de Pedro García: 6 r. El de  Julián Ballano que gana 17 ducados,   5 r 17 mvel de Julián Escribano, que gana 6 ducados  y tiene 5 crías: 5r 17 mv; el de Miguel de Soria, 3; el de Manuel Martin: 3 medias, el de Julián Gañán: 3 m; de Julián de Soria: 3 m.  

Cerradas: hay 3 y  pagan 1 mv

 

EL VALOR DE LOS LIBROS DE TAZMIAS

Las anotaciones del libro de Tazmías nos proporcionan gran información de la economía y la sociedad de los años que contempla. Podemos saber los años cerealistas precarios, las enfermedades ganaderas, las profesiones, cuánto cobraban, si era en dinero o en especie, las personas más pudientes, etc. En este cuadro multiplicando por diez sabemos los cereales que se recolectaban.

 

FRUTOS DIEZMADOS - CERTIFICACIÓN DEL CATASTRO DE LA ENSENADA

 

AÑO

 

TRIGO

MEDIAS

 

CEBADA

MEDIAS

 

AVENA

MEDIAS

 

CORDEROS

 

LANAS RS

 

MINUNCIAS RS

1747

579

85

8

61

137

?

1748

639

93

7

81

127

58

1749

484

112

25

89

138

43

1750

375

132

33

59

159

 

1751

478

133

34

59

156

 

5 AÑOS

2.802

594

112

399

718

267

MEDIA

560

118

24

80

143

53

Tabla de elaboración propia, con datos de los estados de las declaraciones a los interrogatorios del Catastro del Marqués de la Ensenada. Archivo Histórico Provincial.


 

        FRUTOS DIEZMADOS DE PANES: LIBRO DE TAZMÍAS ARCHIVO DIOCESANO OSMA-SORIA

 

Trigo

Cebada

Avena

Total  medias

1826

474

161

91

746

1827

539

140

84

790

1828

724

207

89

1.048

1834

711

178

139

1.062

Tabla de elaboración propia, con datos con datos de los Libros de Tazmías de la Parroquia de Blacos. Archivo del Obispado de Osma.

Ejemplos de datos que nos aportan:

Por poner un ejemplo sabemos que en 1710 el pastor del vicario, Pedro Jiménez, ganaba   seis ducados y el vestido, y diezma 102 rs. El pastor de María Esteban,  siete ducados y vestido y cuatro crías; el  criado de Francisco García: un ducado y medio, más  vestido; el de Juan de Origüén seis ducados y medio y vestido; el pastor de Juan Gañan Mayor: dos ducados y medio.

 En 1796 solo se pagan 66 corderos,  había porquero y vaquero. Juan  de la Fuente tenía esparcero, había guarda del carrascal,  guarda del enebral y  dos vaqueros

En 1810, diezmaban además del vaquero, el porquero, guarda mayor de panes, del carrascal, de los pastores y el cabrero.

En 1818 había dos  vaqueros, un porquero, un guarda de montes y panes, un guarda de carrascal, siete pastores, 41  ganaderos , diezmaban mayor de 10 corderos siete personas.

En 1835  hay  vaquero, guarda de montes y panes, guarda del carrascal,  pastor de la jula, pastor de Tomasa Soria, pastor de Gabriel de Regaña, cabrero mayor: Francisco Cubillos, cabrero menor: Francisco Moreno.  Se pagan 1. 137 medias. Hay 40 ganaderos. La mayoría paga entre uno y tres corderos, nadie más de cuatro.  Diezmaba San Antonio  un cordero, cuatro lanas. Otros que diezmaban: sr. Cura una lana, Antonio Simal, Juan Ropero, Manuel Gañán, Leandro Lafuente, Felipa Origüén, Marceliano García, Aniceto Palacios, Diego Pérez, Tomas García, Lino de Frías, Benigno Gonzalo, José Gonzalo, Francisco González, Juan  Escribano. Colmenares: Benigno Gonzalo, Felipe Origüén, Máximo Cubilla (dos colmenas), Juan Pérez (tres colmenas) y seis becerros

En 1838, además de trigo, cebada y centeno se paga por guijas, lentejas y yeros. Había un colector de corderos. Diezmaban 30 ganaderos y 42 agricultores.

Datos que nos ofrecen los oficios y tareas a las que se dedicaban los pobladores y sus rentas.

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NOTAS ACLARATORIAS

1) En 1768 se empiezan a pagar por los yeros y a partir de 1790 por el cáñamo. Sobre el diezmo de bueyes, muletos, muletas, potros y pollinos se diezmaba si había costumbre, existiendo este cargo algunos años y otros no. Los criados pagaban 1/10 de la soldada.

2) Se consideraban instituciones a los bienes de ciertos curas por ser de origen de capellanías, memorias, aniversarios, etc. En Blacos hacia 1750, tenían beneficio eclesiásticos las siguientes bienes (con su utilidad en reales): curato de Blacos (65 reales), curato de Calatañazor (96), curato de Rioseco (98), curato de Muriel de la Fuente (98), Convento de Sta. Clara de Tordesillas (21), Capellanía fundada por D. Pedro Blanco (28), Capellanía fundada por D. Francisco de las Cuevas (35), Cabildo de la Sta. Iglesia de Osma (94), Colegio de Sta. Catalina del Burgo de Osma (98), Congregación de Capellanes Burgo de Osma (98), Capellanía de D. Isidro Perdiguero (99), Capellanía de D. Manuel López (99), Capellanía de D. Lorenzo Ramírez (99), Capellanía de D. Juan de Antón (100), Carmelitas Descalzos del Burgo de Osma (100), Hermanitas de Sta. María Magdalena (6) Iglesia Parroquial de Calatañazor (100), Iglesia Parroquial de Blacos (81), Memoria huérfanas fundado por Francisco de las Cuevas (7), Memoria fundada en el Burgo Rodrigo de Afán de Rivera (53), D. Manuel Gil, vicario de Blacos (92), Nª Sª de Valverde (1). Fuente: Libro de lo Real, lugar de Blacos. AHPSO.

3) Libro de Tazmía de 1794, signatura 77/20. HDO-S 1793/1835.

4) Cuando se hace el nuevo cementerio, la fábrica de la iglesia no tiene apenas ingresos y se pide que aporten recursos los mayores diezmeros del año 1833, año de construcción del cementerio así como al concejo y las hacenderas de los vecinos. Así podríamos otros ejemplos de aminoración de la riqueza del pueblo.

5) Los adjudicados en la pujas solían ser grupos de varios vecinos de la zona o de la comarca. Estas obligaciones son muy valiosas para el estudio de precios de los productos como pueden ser corderos, lana, legumbres, cereales, porque se señalan en la escritura el valor de los productos.


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Pinto, 11 de febrero de 2025

Serafín Pérez García

Serafin.perez.2014@gmail.com